FOLLANDO TETAS GRANDES CON CORRIDA Y SUCCIÓN
Duración: 0:59
Vistas: 18
Agregado: 1 semana atrás
Descripción:
La encontré en un bar, con un vestido escotado que dejaba ver sus pechos enormes y tentadores. No pude evitar acercarme, y con unas pocas palabras, la convencí de venir a mi lugar. En cuanto cerramos la puerta, se quitó el vestido, revelando un par de tetas perfectas que pedían ser tocadas. Me arrodillé y comencé a succionar sus pezones duros, mientras mis manos apretaban y masajeaban su carne suave.
Ella gemía de placer, empujando mi cabeza más contra su pecho. Rápidamente, me desvestí y liberé mi miembro duro. Tomé su pecho y lo apreté alrededor de mi pene, deslizándome entre ellos. La sensación de su piel suave y caliente era increíble. Comencé a moverme, follando sus tetas con un ritmo creciente. Ella miraba cómo mi pene aparecía y desaparecía entre sus pechos, con una sonrisa de pura lujuria.
Con cada embestida, sentía cómo el placer crecía. Me levanté y me puse de pie frente a ella, mientras ella seguía sujetando sus tetas para mí. Con un último y profundo empuje, alcancé el clímax, gritando de satisfacción mientras mi semen caliente salpicaba su cuello y su pecho. Ella, sin dudar, tomó mi miembro en su boca, succionando cada gota de mi leche con una sonrisa satisfecha. Exhaustos y satisfechos, nos quedamos abrazados, disfrutando de la cercanía y la intensidad de nuestro encuentro.
Ella gemía de placer, empujando mi cabeza más contra su pecho. Rápidamente, me desvestí y liberé mi miembro duro. Tomé su pecho y lo apreté alrededor de mi pene, deslizándome entre ellos. La sensación de su piel suave y caliente era increíble. Comencé a moverme, follando sus tetas con un ritmo creciente. Ella miraba cómo mi pene aparecía y desaparecía entre sus pechos, con una sonrisa de pura lujuria.
Con cada embestida, sentía cómo el placer crecía. Me levanté y me puse de pie frente a ella, mientras ella seguía sujetando sus tetas para mí. Con un último y profundo empuje, alcancé el clímax, gritando de satisfacción mientras mi semen caliente salpicaba su cuello y su pecho. Ella, sin dudar, tomó mi miembro en su boca, succionando cada gota de mi leche con una sonrisa satisfecha. Exhaustos y satisfechos, nos quedamos abrazados, disfrutando de la cercanía y la intensidad de nuestro encuentro.
